lunes, 25 de mayo de 2009

El neurocirujano que empezó como mojado



El New England Journal of Medicine, una de las revistas más prestigiosas de medicina de Estados Unidos, publicó el relato de Alfredo Quiñones-Hinojosa un inmigrante mexicano indocumentado que ha llegado a ser neurocirujano.
Esta historia de éxito a la americana, parece confirmar el mito del melting-pot estadounidense. La pregunta es cuántos inmigrantes tienen la capacidad y la suerte de este doctor, y cuántas oportunidades para este tipo de éxito hay ahora, 20 años después de que él llegó.

El doctor Alfredo Quiñones-Hinojosa es profesor de oncología y neurocirugía de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos.

También es director del Laboratorio Tumores Cerebrales y es uno de los principales investigadores del país sobre el papel de las células madre en el origen del cáncer cerebral.


Esta historia, aunque sobresaliente, no parecería muy relevante si no mencionáramos el hecho de que hace 19 años, el científico era uno más de los millones de trabajadores indocumentados que llegan a Estados Unidos en busca del "sueño americano".

Para el médico de 40 años, nacido en Mexicali, en el estado mexicano fronterizo de Baja California, el sueño se cumplió.

"Mi familia era de muy bajos recursos en México y no teníamos acceso a oportunidades para continuar nuestra educación", dijo a BBC Ciencia el científico que hoy es ciudadano estadounidense.

"Entonces me había graduado como maestro de primaria y mi sueño era entrar a la Facultad de Medicina, pero la situación económica era tan grave que mi padre no podía ni siquiera poner comida en la mesa".

Me había graduado como maestro de primaria y mi sueño era entrar a la Facultad de Medicina, pero la situación económica era tan grave que mi padre no podía ni siquiera poner comida en la mesa

Dr Alfredo Quiñones-Hinojosa
Igual que muchos otros jóvenes latinoamericanos enfrentados a situaciones precarias, Alfredo Quiñones comenzó a ilusionarse con viajar hacia "el Norte" y ganar dinero.

En 1987, cuando tenía 19 años cruzó la frontera de Mexicali a Estados Unidos.

"Pero lógicamente al llegar a Estados Unidos la vida es muy diferente de como la imaginamos y también aquí encontré pobreza y bifurcación de clases", dice.

Al llegar a ese país, sin hablar inglés, Alfredo trabajó recogiendo tomates y algodón en California, y después cargando azufre y aceite de pescado en vagones de trenes de carga.

El trabajo no era fácil, recuerda, pero pagaba lo suficiente para poder ir a clases nocturnas de inglés en el colegio local.

En 1992 solicitó y ganó una beca en la Universidad de California, Berkeley, donde siguió clases de matemáticas y ciencia.


Mentores

"(El premio Nobel de Medicina 1906 español) Ramón y Cajal solía decir que la suerte no llega a los que la quieren sino a quienes la buscan, y se busca con la determinación y disciplina para seguir un sueño y con la resistencia a las adversidades de la vida ", dice Alfredo Quiñones.


Trabajó recogiendo tomates y como soldador al llegar a Estados Unidos.
La suerte del investigador fue conocer y recibir ayuda de una serie de mentores académicos.

Uno de ellos fue el neurobiólogo Joe Martínez, que dirigía un programa de avance para estudiantes de minorías quien lo alentó a estudiar en la Escuela de Medicina de Harvard.

Martínez lo presentó al neurobiólogo Ed Kravitz director del famoso laboratorio de neurobiología de Harvard.

Y lo demás, es historia.

Quiñones se graduó en medicina con honores, completó su residencia en neurocirugía y un postdoctorado en biología del desarrollo y células madre en la Universidad de California, San Francisco.

Hoy, el médico habla de su "amor por el cerebro", y lo que lo llevó a convertirse en neurocirujano y a investigar las causas de los tumores cerebrales.

"El cerebro es lo que somos, lo que nos hace ser seres humanos. Es el órgano más hermoso de nuestro organismo, y sigue siendo una frontera que no hemos explorado totalmente", dice el científico.

"Para mí investigar el cerebro ha sido una pasión y una odisea", agrega.

Un órgano "hermoso"

Actualmente el doctor Quiñones-Hinojosa dirige el laboratorio de tumores cerebrales en Johns Hopkins enfocado en el tratamiento quirúrgico de tumores cerebrales primarios y metastásicos.

Su laboratorio de investigación está también dedicado a la investigación del papel de las células madre en el origen del cáncer cerebral.

Hoy dirige el laboratorio de tumores cerebrales de la Escuela de Medicina Johns Hopkins.
"Creemos que hay un grupo de células que se transforman y pierden la habilidad de regularse a sí mismas normalmente y se convierten en células malignas", explica el científico.

"Y ahora estamos investigando si estas células existen realmente en pacientes vivos, porque ya sabemos que existen en el laboratorio", agrega.

El doctor Quiñones es reconocido por sus esfuerzos en la investigación y tratamiento de tumores cerebrales.

Pero tal como señala, nunca se imaginó que llegaría a esto cuando dejó su país hace dos décadas.

"Cuando salí de México salí de la forma más humilde, dejando a una familia muy pobre".

"Y ahora he regresado a México porque me invitan a dar charlas como invitado de honor en conferencias de neurocirujanos", dice el científico.

"Aquí en Estados Unidos, me invitaron el lunes a dar un discurso en la Universidad de Yale para los jóvenes que se graduaban en la Facultad de Medicina".

"Y allí estaban Paul McCartney y Tony Blair recibiendo grados honorarios", dice Alfredo Quiñones-Hinojosa.

"Digo esto porque aunque yo siempre tuve un sueño nunca pensé que llegaría hasta aquí".

"Porque mi sueño era alcanzar una mejor vida y llegar a ser el mejor en cualquier cosa que hiciera", señala el científico.

Y agrega que "ahora mi sueño es encontrar una cura para el cáncer en el cerebro".

"Y como decía mi abuelo, si le tiras muy alto a lo mejor le pegas a una estrella".


BBC News

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